Cuántas veces nos ha pasado que cuando estamos “escuchando” a un emisor, pensamos que lo estamos haciendo bien, por el simple hecho de que el lenguaje verbal está entrando a nuestros oídos, dejando que las frases se queden en nuestra memoria de trabajo, mientras el cerebro está en: a qué hora empezará el partido de fútbol o la novela o puede ser que nos distraigamos tan rápidamente con cualquier cosa a nuestro alrededor, celular, televisión, infinitas situaciones.
Les ha pasado que a veces nos percatamos de que no nos están prestan atención y le decimos a la persona: “no me pones atención” y la persona te contesta: “claro que si” y te repite lo último que dijiste. Esto sucede por que esa última frase se encuentra en su memoria de trabajo, la resguarda por poco tiempo, pero esta justa para justificar lo injustificable, mejor pregúntale, hazme un resumen de lo que he dicho. Que no te dejen engañar.
Lo que sucede acá, es que al no generar la suficiente concentración al recibir el mensaje dejamos de crear conexiones en nuestro cerebro que contribuyen a asimilar la información, entender, a empatizar y contestar con la máxima precisión sobre el contexto que engloba la conversación. Y el resultado de no saber escuchar llega hasta el punto de tener malas conversaciones o a la insatisfacción de no ser comprendido por parte de nuestro emisor, por qué al momento de reaccionar o contestar por parte del receptor, agarramos en el aire el final de la conversación y respondemos en base a la último que captamos y no al contexto global.
Otra situación es que en ocasiones escuchamos con el simple hecho de contestar, no nos tomamos el tiempo para pensar, en comprender, en analizar lo que la otra persona en realidad nos quiere transmitir.
El arte de escuchar es saber escuchar, concentrarse en lo que realmente está diciendo tu emisor, mostrarte interesado, no solo por respeto, si no, porque verdad te interesa. Un punto importante en el arte de escuchar es guardar silencio, no interrumpir, no criticar, ni juzgar y si la otra persona terminó de hablar estar seguros de que haya terminado, preguntándole: ¿Quieres decir algo más? ¿Ya terminaste? Y luego resume sus ideas, para tener claridad de la situación.
Nunca termines la frase de alguien, deja que se desenvuelva por sí mismo. No te preocupes por no saber qué contestar o decir cuando termine de hablar, tranquilo, si prestas atención y te concentras tendrás respuestas acertadas, porque, el mensaje llegará con mayor probabilidad de entendimiento y si tienes dudas sobre algo, no temas en preguntar, te verás mucho más interesado.
En fin, se paciente es probable que algunas conversaciones no sean las más gratas, pero sácales el jugo y piensa en que te ahorras más tiempo en saber escuchar y captar el mensaje, a que exista una infinidad de malentendidos que te agobien la vida. Hoy en día queremos que todo sea rápido, pero tómate tu tiempo para los que amas, para la gente que necesita ser escuchada, a veces hablar en una buena terapia, pero saber escuchar es una ganancia.
Enséñales a los más peques a escuchar y cómo lo puedes lograr: cuéntales historias, léele cuentos, narrales aventuras, que ellos te escuchen atentos, que desarrollen su imaginación, empatía y lo más importante el arte de saber escuchar. Y para ti si ya esta grandecito te recomiendo meditar, para que vayas afinando tu oído no solo para lo exterior si no para tu interior, así que empieza a practicar, porque, como toda arte es un proceso de disciplina, trabajo y dedicación, pero al final obtendrán mayores ganancias, no solo en tu vida personal sino profesional y en todo ámbito.
¿Creo que no es mal negocio, te animas?
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